Los organizadores de la movida indignada europea calculan que su enfrentamiento con los poderosos "no tiene plazos" aunque admiten que preferirían que el capital internacional y los gobiernos cómplices "dejen de explotar al pueblo antes de las brisas frescas de septiembre".
La acción brabucona de España se trasladó a los distintos países de la Comunidad Europea y en varias plazas céntricas de las ciudades más importantes del viejo continente, miles de personas exteriorizan su enojo con los presidentes y los banqueros aunque aclaren que, si bien están "ofuscados con el sistema", no quieren desestabilizar "ni las instituciones ni la estabilidad bancaria".

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